lunes, 7 de marzo de 2011

Los semilleros

La semana pasada empezamos con una de las tareas más bonitas del huerto: los semilleros. Este año hemos conseguido unos estupendos invernaderos para poner en el patio, muy monos, aunque los invernaderos caseros que se curraron los chicos el año pasado con palés tampoco estaban nada mal. Lo malo es que el plástico no era muy bueno y acabó hecho trizas, esperamos que este año aguanten más...

Pero bueno, a lo que iba. Algunas plantas pueden sembrarse en estas fechas en el semillero, bien protegidas, cuidadas y regadas, para en mayo, cuando ya están algo creciditas, ser trasplantadas al huerto. Claro que se pueden comprar directamente los plantones, pero está bonito guardar las mejores semillas (que en nuestro caso muchas son de variedades tradicionales de la Sierra Norte de Madrid) y verlas crecer día a día.

Prontito se ponen las cebollas, los puerros y las acelgas. Las lechugas pueden ponerse desde ahora en adelante cada 15 días. Y más adelante (ahora o en un par de semanas como mucho) el resto de las hortalizas de fruto. Hay mil tablas por ahí, en libros y en internet, de cuándo se siembran unas cosas y otras, aunque al final... se siembra cuando se puede. Como cada sitio tiene su clima, lo mejor es preguntar a la gente de la zona, o ir probando, que también mola.

Pasos a seguir:

- Elegir recipientes (macetillas, alveolos, yogures, bandejas de las de la pescadería) y hacer agujeros en la base.

- Rellenar con una mezcla de una parte de arena, dos partes de tierra del huerto y una parte de estiércol o compost.

- Afirmar un poquito la tierra (sin aplastar demasiado) y alisar la superficie, para que arraiguen bien las plantas. Si está muy seca, regar un poco.

- Distribuir las semillas para que no queden muy juntas (si quedan muy pegadas luego hay que aclarar mucho, es una lata y las plantas crecen débiles si tienen poco sitio). Esto es difícil, que hay semillitas pequeñísimas, así que hay que tener un poco de maña y paciencia.

- Tapar con una capa finita de mezcla de tierra. Cuanto más pequeña sea la semilla, más finita ha de ser la capa.

Ya está, entre 2 semanas y un mes (depende de la especie) empiezan a crecer. Hay que mantener la tierra húmeda pero no encharcada. Como las plantitas son muy pequeñas, se puede regar con un pulverizador (el típico fú-fú) para que no las mate el chorretón de agua. Ahí ya vemos si las hemos puesto demasiado juntas y toca aclarar. Más adelante podemos repicar algunas plantas, las que estén más fuertes y tengan mejor pinta, a macetillas o alveolos (si las tenemos en bandejas) para que desarrollen mejor las raíces. A los puerros, cebollas y lechugas no les hace falta, de los cajones pueden ir directamente al huerto (a raíz desnuda). Ojo con los calabacines, calabazas y pepinos, que llevan mal los trasplantes, por eso conviene sembralos en macetillas o yogures, cada semilla separadita, para no dañar las raíces al separar las plantas.

Hala, a pasarlo bien. Próximamente escribiré sobre las siembras directas (habas, guisantes, espinacas, rabanitos...) aunque vamos ya súper tarde.

Os dejo unas fotos de los mini-invernaderos de la terraza: